El primer día de sala cuna: un evento en la vida del bebé de 3 a 24 meses
La
adaptación de un bebé de 3 a 24 meses a una sala cuna o guardería depende más de la actitud del personal
docente y de los cuidadores que del propio bebé. A esta edad, los bebés no
saben todavía a qué van a la escuela, pero el personal del centro infantil debe
estar preparado para recibirlo. Además, este trabajo de preparación y adaptación debe ser compartido con los padres del bebé.
Actitudes
de las educadoras de párvulos
La
disposición de los educadores infantiles durante los
primeros días es esencial para que el
bebé se sienta a gusto y bien recibido. Así, su adaptación a la escuela infantil será más fácil.
bebé se sienta a gusto y bien recibido. Así, su adaptación a la escuela infantil será más fácil.
- Al
encontrarse con el bebé, los
educadores deben aproximarse al bebé mostrando respeto y afecto,
sin ansiedad ni agobio.
- Conocimiento del nombre del niño con anterioridad a su llegada a la escuela.
- Creación de un clima de seguridad afectiva individual y colectiva.
- Control de las situaciones. Los educadores deben mantener la tranquilidad ante manifestaciones de inadaptación del niño (rabietas, llantos, inapetencias), pero sin abandono.
- Atención individualizada, aunque no exclusiva, sobre todo, en los momentos cotidianos de llegadas, despedidas o comidas. Deben entenderse como momentos de gran importancia para la relación individual-afectiva con el niño. Para ello, es importante evitar prisas, agobios y nervios.
- Conocimiento de la personalidad del niño a través de una entrevista a los padres, de la observación del niño y de sus reacciones ante situaciones cotidianas en la escuela.
- Conocimiento del nombre del niño con anterioridad a su llegada a la escuela.
- Creación de un clima de seguridad afectiva individual y colectiva.
- Control de las situaciones. Los educadores deben mantener la tranquilidad ante manifestaciones de inadaptación del niño (rabietas, llantos, inapetencias), pero sin abandono.
- Atención individualizada, aunque no exclusiva, sobre todo, en los momentos cotidianos de llegadas, despedidas o comidas. Deben entenderse como momentos de gran importancia para la relación individual-afectiva con el niño. Para ello, es importante evitar prisas, agobios y nervios.
- Conocimiento de la personalidad del niño a través de una entrevista a los padres, de la observación del niño y de sus reacciones ante situaciones cotidianas en la escuela.
Adaptación
del bebé al nuevo espacio
Conviene
presentar y familiarizar al bebé con el área de la escuela. Saber dónde se
encuentra y cómo es el lugar donde va a pasar buena parte del día, le ofrece confianza y seguridad.
-
Conocimiento de la clase como
lugar en el que va a desarrollar su actividad diaria. El conocimiento del
espacio le da seguridad, manteniendo los mismos puntos de referencia espaciales
y temporales. A nivel de espacio: lugar de jugar, comer, dormir, cambiar el pañal, etc. A nivel de tiempo: mantener los
horarios de comida, siesta,
cambios de pañal, etc.
- Conocimiento del comedor.
- Control del exterior. Introducción, poco a poco, del espacio del patio para los juegos y las actividades recreativas.
- Conocimiento del comedor.
- Control del exterior. Introducción, poco a poco, del espacio del patio para los juegos y las actividades recreativas.
Relación
de los educadores con los padres
Esta relación debe estar basada
en la confianza y en la seguridad que los educadores transmiten a los padres a
través de:
-
Entrevistas, que son una forma de conocer a
los padres y ver la relación que tienen con sus hijos.
- Paciencia con los progenitores, dedicando tiempo a informarles de aspectos que desconocen al principio y ayudándoles a que las entradas y las salidas sean lo menos conflictivas posibles.
- Establecimiento de límites claros a los padres desde el principio (puntualidad, ropa marcada, evitar que al principio entren en sus clases), evitando los enfrentamientos.
- Organizar horarios flexibles, para que, si es posible, el bebé permanezca en el centro menos de ocho horas al día.
- Paciencia con los progenitores, dedicando tiempo a informarles de aspectos que desconocen al principio y ayudándoles a que las entradas y las salidas sean lo menos conflictivas posibles.
- Establecimiento de límites claros a los padres desde el principio (puntualidad, ropa marcada, evitar que al principio entren en sus clases), evitando los enfrentamientos.
- Organizar horarios flexibles, para que, si es posible, el bebé permanezca en el centro menos de ocho horas al día.
Actividades
para formentar el desarrollo del bebé
En esta etapa, padres y
educadores debemos iniciar una relación personal con el bebé, haciendo hincapié
en la comunicación corporal. A modo de sugerencia, podéis divertiros con los
juegos de: aserrín, aserrán; cosquillas, caricias, cucutras, canciones, etc.
El manejo
del material de la clase también puede considerarse como un juego y pueden
empezar a hacer torres, construcciones, telas, pelotas, etc. Respeta siempre el juego libre sin dar demasiadas consignas, aprovechando
para observar su comportamiento. Procura que la comida, la siesta y los cambios
de pañal no se conviertan en algo rutinario, dado que son momentos idóneos para
establecer una comunicación individual con el bebé evitando prisas y
nerviosismos innecesarios.
Deja que
el bebé pueda manipular la comida hasta hacerse
con el nuevo objeto: la cuchara. Aprovecha los
momentos de cambio de pañal para hablarle, cantarle o nombrar las partes de su
cuerpo al tiempo que las señaláis con la mano. La siesta debe ser un momento de
relajación y tranquilidad: puedes poner música y canciones
suaves.
Fuente: www.guiainfantil.com